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Flyer de la actividad #MarchaVirtual del #Orgullo en Casa, organizado por el MOVILH
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Dialogando con la diversidad desde la disidencia:
​¿Por qué oponerse al “Pride”? 

Por Lucha Puñales

Sin duda nosotras como sobrevivientas y sobrevivientes tenemos el legítimo derecho al disfrute y a disfrutar (que en nuestro caso también es una venganza), el derecho hacer orgías de disfrutes, ya que somos hordas de personas que hemos sobrevivido a históricas masacres patriarcales, misóginas, promotoras del odio contra lesbianas, trans, homosexuales, y también como pobres hemos sobrevivido a masacres capitalistas, capitalismo que nos explota no solo las cuerpas, sino también los territorios donde existimos con otras especies.

El ”Pride” es una política celebratoria y neo-colonizadora estadounidense que se instala como política universal que los demás pueblos deberíamos estar replicando en nuestros territorios.

Las marchas por la visibilización o marchas disidentes por la memoria se instalan como un contra punto a esta política gay conservadora y neo-colonialista, que instala un discurso único y de estéticas blanco-centristas, donde promueven políticas sexuales hétero-normadas que encuadran a las sexualidades dentro de los límites de la reproducción.
De ahí que esta agenda conservadora instalada como agenda sexual universal de las diversidades sexuales en los países del mundo se caractericen con demandas como el matrimonio y el tener hijos, como si esos fueran nuestros problemas y nuestras urgencias, borroneando las violencias y demandas por derechos básicos de acceso a la educación feminista y no sexista, el derecho al aborto de las personas trans, el derecho a la alimentación (donde muchas personas hoy en plena pandemia y “cuarentena de cartón” por el COVID-19 están sufriendo hambre); el acceso a la vivienda de las compañeras travestis, trans y la tercera edad en todas las regiones del país, que en estos y otros inviernos están padeciendo el frío de la época y la indolencia; la violencia lesbo-homo-trans al interior de las parejas que reproducen las relaciones hétero-normadas que tanto daño y violencias produce al interior de las propias parejas heterosexuales, sobre todo en un contexto social y político donde la familia como institución ha resultado ser una vez más un “nido de perversiones” como la caracterizara la filósofa feminista Simone de Beauvoir, institución donde ocurren los crímenes contras las mujeres (violencia intrafamiliar) y las violaciones masivas a la niñez (donde el padre heterosexual encabeza el listado de violadores y abusadores sexuales infantiles). No estamos de acuerdo con hacer una oda a la familia. En el contexto de revuelta social menos aún, donde las energías están puestas en fortalecer comunidades de base, barriales, territoriales, que vayan en apoyo y ayuda mutua de las urgencias vitales de nuestras vecinxs y poblaciones.

De ahí que desde las diversidades sexuales de bases y disidencias sexuales haya una crítica profunda a la política conservadora y colonizadora del “Pride”, donde se borronean las problemáticas estructurales que nos afectan en lo particular, que también es político como nos ha enseñado el feminismo. Nosotras/xs/es queremos celebrar, sí, pero queremos marchar con las demandas y problemas que sufrimos. También queremos marchar con rabia, queremos marchar con nuestras muertas y compañeras asesinadas.

Misoginia, racismos, pobreza y colonización extractivista
 
Debemos ser autocríticas. No basta con ser lesbiana, trans u homosexual para ser una persona que no discrimine o no ejerza el machismo, o que incluso sea policía del género y la biología. “A ninguna mujer hay que aplaudirla por el simple hecho de serlo” señala la activista lesbiana feminista boliviana María Galindo. Y a ningún homosexual, trans, lesbiana, se le puede sumar. Si pensamos en el proceso de la revuelta político-social-cultural del 18 de octubre en Chile, de manera trans-fronteriza se está promoviendo una nueva constitución vía asamblea constituyente. La población en todo el país se está movilizando para echar abajo una constitución criminal impuesta a través de un sangriento golpe de estado, a través de torturas, matanzas y desapariciones forzadas contra la población por parte de la derecha cavernaria y pinochetista aliada con un homosexual de derecha como Jaime Guzmán, quién eliminó el aborto terapéutico señalando que las mujeres deben morir si por ello hay que salvar la vida de una guagua. Como ven, los homosexuales también pueden ser de derecha, misóginos, machistas, trans-fóbicos y criminales fascistas.

Lo gay también es usado por empresas y estados para lucrar económicamente y darse aires de “progresista” o pro derechos humanos. Tener homosexuales dentro de una institución como si fueran mascotas, para decir que son progresistas, tolerantes, peo-derechos humanos, no es cierto y es una política peligrosa y cruel conocida como Pinkwashing o “lavado de imagen rosa”, donde se usa la homosexualidad o lo gay para mostrarte públicamente como liberal, tolerante, progresista, que respetas los derechos humanos. Esta política la comenzó a implementar el estado de Israel poniendo rostros homosexuales en el ejército, mientras este mismo ejército masacraba al pueblo palestino, violando los derechos humanos de manera masiva y sistemática durante décadas, expropiando las tierras y aislando a las de sus familias y comunidades, así como de acceso a servicios básicos.

Los 28 de junio se ha instalado como el “Día del Orgullo” o “Pride”, debido a que ese día en los barrios pobres de Nueva York comenzó lo que se conoce como los Disturbios/Revuelta de Stonewell, donde las travestis, lesbianas y homosexuales negras, pobres y latinas dieron cara usando el derecho a la legítima violencia para enfrentar la criminal violencia policial estadounidense, policía (como en todo el mundo) que continúa siendo racista, homo-lesbo-trans-fóbica, como lo han demostrado con la matanza pública y transmitida por redes sociales asesinando a Georg Floyd. Así inicio lo que hoy día llaman orgullo, oponiéndose a ese sistema de muerte y crueldad, no integrándose a él.

Hoy esa memoria ha sido borroneada por la política gay conservadora y de un insoportable supremacismo blanco-centrista, donde los rostros del “Pride” son personas blancas que parecen heterosexuales, jóvenes exitosos, bien alimentados y despolitizados. Esas prácticas supremacistas son criminales y demasiado peligrosas para que sean las estéticas oficiales de estas políticas, donde ni siquiera tienen la consideración histórica de poner a la travesti pobre, afro latina racializada que encabezó la revuelta contra la policía criminal: Marsha P. Johnson.

Es una innecesaria ofensa y crimen contra la memoria histórica borronear a las travestis, pobres y personas afros y racializadas en pos de rostros blancos, felices y heterosexuales como forma oficial del “Pride”. Es un crimen terrible contra la vida y memoria que representa la compañera Marsha P. Johnson en EEUU y el mundo.

En Chile no deja de ser notable la réplica de esta política sexual neo-colonialista. Los efectos de este fenómeno político cultural han hecho que los rostros de la diversidad sexual en contexto de pandemia por el COVID-19 sean personas y rostros heterosexuales (nuevamente) quiénes ocupen los lugares y voces de las diversidades sexuales, excluyendo y borroneando voces, miradas y diversidades en todas las regiones del país, y resulta que son las personas heterosexuales quiénes más ocupan los “beneficios” que han conseguido estas políticas gay conservadoras, como el Acuerdo de Unión Civil (AUC), donde casi el 70% de quienes han usado este mecanismo son personas heterosexuales. ¿Para quién trabajan?
Hay memorias que debemos re-construir, memorias borroneadas y forzadas al olvido. En Chile antes de las violentas revueltas de Stonewanll (que nos recuerdan a las fuertes revueltas iniciadas el 18 de octubre contra la violencia policial desatada del gobierno de Piñera), en 1969 (dos semanas antes de las violentas revueltas de Stonewanll) en la ciudad de Antofagasta un grupo de locas, trans y afeminadas dio cara e hizo frente a la violencia policial, memorias que esta política gay conservadora deja en el olvido y la reemplaza por rostros blancos y hétero-normados. Así de peligrosa es esta política gay conservadora y neo-colonialista. Incluso antes de la invasión y colonización de Abya Yala la diversidades sexuales, de orientaciones e identidades de género eran múltiples, lo que fue violentamente masacrado por los colonizadores que llegaron con la biblia en una mano (como discurso único) y la espada en la otra (para imponerlo a sangre).

El “Pride” además es una explotación comercial que lucra con el sufrimiento de la diversidad sexual, un extractivismo cultural de nuestras existencias. Estas empresas que lucran con nuestro dolor llenan de marcas comerciales las marchas y no son empresas que promuevan políticas públicas que garanticen la dignidad de las personas, que aseguren acceso a trabajos dignos para las personas trans (cupo laboral trans), o políticas de promoción y financiamiento de mutuales de ayuda a las personas de la diversidad sexual, trabajadoras sexuales y/o víctimas de crimines de odio para asegurar condiciones de vida que aseguren la vivienda, la alimentación, el disfrute de los derechos humanos, buen trato, etc. No. Son empresas que sólo vienen a lucrar con nuestras vidas y existencias.

Articulaciones urgentes y desafíos a la creatividad e imaginación política-sexual

Es urgente que heredemos y reconstruyamos las experiencias y memorias de revueltas y resistencias que nos anteceden (no estamos inventando la rueda). Hacer propias las prácticas antirracistas, en alianzas con feminismos, resistencias indígenas y anti-extractivistas, movimientos anti-especistas, sindicatos, asambleas territoriales en los múltiples y distintas composiciones.

También debemos heredar las matanzas de a quienes se les arrebató la vida de las peores maneras para que nosotras habitáramos la existencia de manera más rebelde y con algo más de dignidad. Y resistir frente al supremacismo blanco racista que nos hace valorar más un cuerpo blanco que las tonalidades de cafeces y negritudes que colorean y constituyen nuestras cuerpas, pueblos e historias de resistencias en abya yala y otros lugares del planeta.

Nosotrxs no sólo sufrimos la violencia sexual por disentir y resistir el sistema sexo-género hétero-homo-normado que tanto daño hace. También sufrimos y nos constituyen de manera interseccional otras violencias como la pobreza, la raza, el origen social, la edad, la precarización del alimento y el sufrimiento del frío. Una de las violencias es la violencia asociada a la orientación sexual e identidades de género, pero no es la única.

Hoy es un momento histórico de articulaciones frente a un fascismo desatado como sentido común y vuelto políticas públicas. Hoy ese fascismo de derecha está matando no sólo por orientación sexual o identidad de género, sino que también es una política de represión usada por el gobierno de Piñera en la revuelta del 18 de octubre, y ha sido así mismo con sus necro-políticas para enfrentar el hambre y la urgencia vital en esta pandemia, donde mientras el pueblo empobrecido por sus políticas pro-empresas que facilitó el cortar los salarios vitales a las personas trabajadoras, su gobierno encargaba productos gourmet para sus reuniones, y frente al hambre del pueblo envió plomo a través de balas y gases lacrimógenos.

Debemos seguir generando espacios y prácticas de auto-educación y tomas de conciencia, para que contemos con competencias, conocimientos, redes, prácticas y miradas más generosas para enfrentar estas violencias horrorosas y políticas conservadoras, con apoyo mutuo, creatividad, imaginación, ensayos y errancias.
Artículo
28/06/2020
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Lucha Puñales
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Nacida de un aborto, sobreviviente al SENAME, sindicalista, agitadora, activista por los derechos humanos y filósofa trans-feminista
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